El espectáculo vivido a cuenta de los decretos socialistas, esperpéntico por otra parte, viene a ser un claro ejemplo de lo que nos espera durante toda esta legislatura. Dure lo que dure. A nosotros y al Gobierno, claro está. El PP cantó victoria antes de tiempo y la decepción no tardó en llegar. Sánchez salvó el tipo por el giro a última hora de Junts. Es decir, de Puigdemont. Una cascada de cesiones de dudosa constitucionalidad, que es lo que los independentistas andaban buscando desde el primer momento para llevar al Gobierno al límite de la desesperación y obligarlos a aceptar lo que pusieran encima de la mesa.
Así ha sido, generándose un precedente de lo que está por venir: cesiones continuas a la hora de aprobar decretos y leyes para seguir en el poder. Hoy es el ejercicio de las competencias en inmigración. Mañana serán más. Un continuo rebaño de la autoridad gubernamental en la Comunidad Autónoma de Cataluña, hasta que la presencia del Estado sea puramente testimonial y Cataluña pertenezca a España sólo nominalmente. Esta es la intención, y no se va a parar hasta que se consiga.
Los ciudadanos pueden ir quedándose con la copla: son los independentistas quienes realmente gobiernan el país, porque al final del día lo que cuenta es lo que ellos exijan. Ni las instituciones democráticas, ni los intereses del resto de comunidades ni la igualdad de todos los españoles. Fuera de las soflamas propagandísticas, el entreguismo del PSOE y de Sumar al independentismo es clamoroso. Hasta el punto de que, después de acordar la Amnistía, se volvieron hacia la oposición (esa ante la que pretenden levantar un ‘muro’) para sacar adelante unos decretos diseñados tan sólo para sacar rédito electoral, como todo lo demás.
Con esto se confirma ya sin género de dudas que en España existen ciudadanos de primera y de segunda según el lugar en el que se resida. Y, lejos de querer poner remedio a esta desagradable realidad, los que han de preservar el respeto a la ley han demostrado que seguirán vendiéndose por un puñado de votos hasta que todo estalle.