Lo que no existe es voluntad política, y todos los anuncios de intervención en dichos mercados se revelan falaces cuando la receta es gravar aún más los combustibles fósiles y obligar a los prestadores de energía a fijar precios-tope para que luego sea el Estado el que absorba dicha diferencia por medio de la creación de nuevos impuestos o, en su defecto, por el incremento de los tipos impositivos.
Pablo Gea – La Iniciativa
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